Esta semana, de nuevo, se han expuestos dos temas muy distintos, al igual que su abordaje.
Para comenzar la clase, se expuso el trabajo realizado por las compañeras que trataron el ámbito de las mujeres toxicómanas embarazadas, el cual es un colectivo muy específico, como bien señalaron.
La exposición se inició con un video muy impactante, donde quedaban reflejadas las distintas consecuencias que puede acarrear el consumo de drogas, tales como el bajo peso del bebé, problemas en su desarrollo como malformaciones y baja estatura, daños cerebrales, y lo que nos llamó más la atención, el síndrome de abstinencia, entre otros.
El motivo de la intervención con estas mujeres es que se atenta contra dos vidas, la de ella y la de su futuro hijo, al cual no se la he preguntado si quiere consumir o no diferentes sustancias nocivas para él. Estas adicciones, reflejadas en un amplio abanico (alcohol, cocaína, marihuana, heroína, etc.) constituyen el principal factor de riesgo para madre e hijo, haciendo que ésta, si su adicción es muy grave, de desentienda totalmente del hijo que espera pues no toma conciencia de su estado.
Los principales problemas que reflejan las mujeres toxicómanas embarazadas son el hecho de tener un embarazado no deseado, por lo que se despreocupan más del cuidado del feto, su desatención debido a centrar toda su atención al consumo de drogas, falta de apoyo y redes sociales dada su situación, desconocimiento de quien es el padre, etc.
En cuanto a la actuación a realizar con este colectivo se encamina, ante todo, a no separar a la madre del niño, a su desintoxicación para un adecuado embarazo y post-parto, aprovechar el embarazo como camino para dejar el consumo de drogas, fomentar habilidades sociales y de cuidado, y trabajar con familias que se encuentren en la misma situación a tratar, fomentando las redes de apoyo.
Todo ello, se tiene en cuenta durante varios momentos claves de actuación:
1. En las relaciones intrauterinas: fomentar el afecto de la madre e hijo.
2. Post-parto: asesorar y formar en la buena crianza del niño, además de tener un seguimiento del caso.
Se recalcó durante la exposición que las medidas de actuación que actualmente se proponen para dicho colectivo en especial, sólo corresponde a la parte teórica, pues deja mucho que desear a la hora de ponerlas en práctica. De tal modo que, aun existiendo legislaciones que regulen dicha población (Plan Nacional sobre drogas, Plan Andaluz I y II sobre Drogas y Adicciones, y Programa “Ciudadano ante las drogas”), no se ponen en marcha las medidas precisas.
Aún así, se destacó la existencia de servicios y tratamientos para las personas con drogodependencias en general, pero ninguno específico para mujeres toxicómanas embarazadas tales como:
- Centros provinciales de drogodependencias.
- Tratamiento ambulatorio.
- Viviendas de apoyo al tratamiento.
- Centros de encuentro y acogida.
- Unidades de desintoxicación hospitalaria.
- Comunidades terapéuticas.
- Centro de día.
El trabajo del grupo también centro su atención en los recursos de salud, un aspecto muy importante a la hora de intervenir con estas mujeres. Mediante entrevistas a profesionales del Centro de desintoxicación con metadona y del Hospital de la mujer, pudimos informarnos ciertas acciones que se llevan a cabo a la hora de tratar con las mujeres que está embarazadas y presentan algún riesgo tanto para su salud como para la del bebé, sobre todo si presentan adicciones. Aunque los casos no son muy numerosos, siempre se debe informar de la situación de la mujer y del tratamiento que sigue a los profesionales del centro, generalmente trabajadores sociales, para realizar lo pertinente y estar preparados para intervenir en la custodia del niño.
Una vez más, se observa la idea de la inexistencia de la figura del educador social como tal, siendo sustituidos por otros profesionales.
A la hora de concluir, al afirmar el hecho de que no se ofrece ni información, ni ningún tipo de prevención, así como un servicio específico, al igual que el perfil del educador social en este ámbito, las compañeras crearon un servicio dirigido al asesoramiento, información y formación de aquellas mujeres toxicómanas y embarazadas que quieran tener al niño y pongan medidas que palien su situación.
CIMTE, nombre que recibe tal servicio, sería una especie de residencia o centro de acogida, donde tendría cabida los profesionales adecuados para el tratamiento con este colectivo, teniendo muy en cuenta la labor del educador social, atendiendo a las necesidades y características que se presenten.
Para su mayor aclaración, se nos ofreció un video explicativo donde se reflejaba todas las competencias de tal servicio, las prestaciones y finalidades, a modo de anuncio publicitario muy bien elaborado.
El segundo grupo a exponer, trató el tema de la discapacidad tanto física como sensorial.
Para centrarnos un poco en el tema, al igual que ya hicieron otros grupos de compañeros, trabajamos el concepto de discapacidad con una lluvia de ideas. De este modo, y junto con la aportación del grupo a exponer, se definió discapacidad como “la ausencia de capacidad para realizar determinadas actividades dentro de un margen considerado normal”.
Tras ello, se expusieron las distintas formas de discapacidad sensorial (afecta a los sentidos), la visual y auditiva, así como la física (desventaja que limita el desempeño motor) que afecta a las extremidades.
Se trataron también las legislaciones que abarcan este colectivo, ya trabajadas anteriormente con la exposición de personas con Síndrome Down.
Junto a todo esto, se hizo un breve repaso sobre la historia de la discapacidad, sus tratamientos y su concepción:
- Modelo teleológico, discapacidad como castigo divino; llevaba a la marginación y exclusión social.
- Modelo médico, discapacidad atribuida al individuo, surgen las primeras instituciones asistenciales.
- Modelo social, promoción e integración de la discapacidad, derechos de ciudadanía.
Actualmente, se realiza una intervención tanto del modelo médico, lo que sigue llevando a crear estereotipos en la sociedad, como mediante el modelo social, que palia la situación de exclusión y ofrece garantías de bienestar social.
En cuanto a estas intervención y buenas prácticas, el grupo realizó un buen trabajo al buscar asociaciones y centros tanto en el medio rural, como en el urbano en diferentes zonas de Andalucía y Badajoz, los cuales orientaban, asesoraban y formaban a los discapacitados y a sus familias, ofrecían formación a los voluntarios, promocionaban su integración en la sociedad, etc.
Al igual que otros colectivos, por no decir todos, las personas con discapacidad, como mostró el grupo, cuentan con una serie de factores de riesgo (económicos, barreras sociales y arquitectónicas, paternalismo, bajo nivel educativo) a los que deben de hacer frente, al igual que a las problemáticas sociales (aislamiento, no adaptación del contexto, falta de recursos). Todo ello trae consigo una serie de necesidades no cubiertas hasta la fecha (sensibilización y concienciación de la población, fomento de las relaciones sociales, adaptación curricular en el sistema educativo, etc.).
A la hora de intervenir, desde la figura del trabajador social, puesto que no se encontraron funciones específicas del educador social, se dieron cinco pasos a seguir:
1. Detección de la situación.
2. Diagnóstico.
3. Análisis de la situación.
4. Información a la persona y familia a cerca de los recursos disponibles.
5. Evaluación del caso y seguimiento del mismo.
Como conclusión, nos volvemos a encontrar otro ámbito de actuación donde la figura del educador social no tiene cabida, puesto que no existe un perfil determinado, y otro profesionales cumplen con sus funciones. Pero sobre todo, se recalca el hecho de fomentar la imagen positiva de estas personas, siempre pensando y fomentando sus potencialidades.