sábado, 12 de junio de 2010

"Aprender a desaprender"


“Me pregunto si el resto del mundo viejuno no recuerda cómo era ser niño. Porque yo evoco sin problema no sólo lo lerda que era sino los esfuerzos ímprobos de los profesores por desasnarnos a todos. Esfuerzos que habrán ido cayendo, año tras año, en un erial absoluto, vistos los farolillos rojos de nuestro sistema educativo en los informes PISA. Al parecer, la chavalería no sólo es incapaz de entender un texto sino que, además, se ha olvidado de comer y de sentir correctamente. O más bien, los hemos forzados a olvidarse. Si alguien quiere ver la cara de asombro de un niño ante una alcachofa, que busque vídeos de James Olivier. Y hay estudios que muestran que, en Europa, la principal enfermedad en 2020 será la depresión. Alegría. No estaría de más ir pensando en enseñar, junto a las fracciones, técnicas contra la ansiedad o cómo freír un huevo. O lo mismo es que es algo que no hay que enseñar con las fracciones.”

La azotea de Pilar Vera | “Diario de Cádiz” | 9.4.2010



Este artículo de opinión lo hallé hace tiempo como se puede ver en la fecha de publicación, ojeando el periódico de mi querida ciudad. Me detuve instantáneamente nada más ver el título “Aprender a desaprender”, una frase que a todos nos suena dada la incesante repetición de Almudena en sus clases a cerca de esta idea.

La verdad es que me ha costado entenderlo, por lo que he tenido que leerlo una vez y otra más, pero quería compartirlo con vosotros y observar la situación educativa que en todos los ámbitos, no ya sólo la infancia y juventud, sino otros sectores están viviendo.

Todos somos conscientes del alto porcentaje de fracaso y abandono escolar, así como la urgente necesidad de hacer frente a los nuevos retos que se plantean desde la educación. Desde la inmigración (trayendo consigo la diversidad cultural en las aulas), hasta la necesidad urente de educación permanente y especializada para afrontar las nuevas necesidades que se derivan de forma natural, en nuestro país.

La sociedad va cambiando, y con ello las características del entorno, por lo que los servicios educativos no pueden remontarse a años atrás ni estancarse, debe evolucionar, tanto física (incorporación tecnológica en los centros educativos), como formativamente (profesionales con especialización ante diversidad cultural). Hay que pararse, observar el mundo y reconocer que hay que desaprender las técnicas que se han ido desarrollando y que han tenido como resultado los altos índices de ineficacia educativa, para aprender a incorporar nuevas competencias y tener una visión más específica, sin generalizar.

Pero no se les puede echar toda la culpa al sistema educativo para lavarnos las manos, la familia, como uno de los principales agentes sociales, entra directamente en el juego. Parece que se han perdido (o trastocado) los valores que hace antaño imperaban en los sistemas familiares; se veía al núcleo familiar como fuente de apoyo, de autoridad, respeto, dedicación, transmisora de valores…No creo que esto haya cambiado, sino que la sociedad ha hecho que se vayan dejando de lado las funciones que las familias “deben” de realizar.

Cada vez los niños acceden con más temprana edad a las nuevas tecnologías, empiezan a disfrutar de su “adolescencia” también más pronto, en la mayoría de los casos ambos padres trabajan, y el nivel de vida medio que se desea conseguir dificulta el sistema familiar y su dedicación. Esto puede ser la excepción o la pura realidad.

Yo creo que se piensa que el sistema educativo es el que debe encargarse del aprendizaje y formación de los niños, quejándose muchos padres de la baja calidad de éste, pero ¿no es un papel de los dos? Lógicamente, los padres no te van a enseñar como operar con logaritmos neperianos, pero hay cosas que la escuela tampoco te enseña. Sin alguna de estas dos instituciones, nuestro desarrollo se queda cojo. Se necesita motivación, apoyo, saber por qué se enseñan esas cosas en la escuela, ponerlas en práctica y conocer otras cosas que en el colegio no tienen cabida, y que por supuesto, no son de su competencia.

Se necesita cooperación, al igual que a cualquier persona en proceso de inserción social necesita de trabajo y esfuerzo tanto de él, como de su familia y por supuesto, de la comunidad.

El trabajo en equipo es fundamental, no tenemos porque cargar con todo el peso de una responsabilidad para que luego se nos eche en cara.



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